¿Qué pregunta es ésta? Pues está claro. ¡A mi pareja ideal!
Vale, estoy de acuerdo contigo. Con el paso de los años vamos dejando atrás esos ideales y terminamos por conformarnos con alguien con el que nos llevemos medianamente bien.
Bien, este artículo no pretende hacerte reflexionar sobre la inexistencia del ideal que tenemos en nuestra cabeza (si existiera, ¡estaría emparejada con un dibujo animado! Jaja…).
A ciertas alturas de la vida somos totalmente conscientes de que no existe esa persona que reúne todo lo que nos gustaría. Y aunque a priori nos pueda parecer algo “malo” o “frustrante”, a la larga es positivo porque enriquecerá más la relación gracias a esas pequeñas diferencias. Habrá elementos de sorpresa y la posibilidad de descubrir que queríamos algo que no buscábamos.
Esto me lleva a recordarte que en muchas ocasiones creemos tener claro lo que queremos y no es así. Terminamos enviando señales contradictorias a quien pudiera interesarse por nosotros aparentando lo que él o ella buscan para que nos acepten. Recuerda, el éxito está en que quien te elija de pareja lo haga porque te conoce, no porque has aparentado ser el ideal que buscaba.
Así pues, para ayudarte a descubrir lo realmente importante para ti te propongo lo siguiente: ¿y si en vez de hacer una lista de lo que queremos hacemos una de lo que tenemos claro que no queremos?
EJERCICIO
Paso 1. Propuesta.
Reflexiona sobre esas cosas que bajo ningún concepto aceptarías en tu pareja.
Eso sí, valora hasta qué punto eso que no quieres está suficientemente justificado y no es un requisito modificable. Por ejemplo, “es que tiene el pelo rubio”… Las características físicas no deberían ser excluyentes, porque raras veces aseguran el éxito a largo plazo de una pareja. Pero bueno, si para ti es importante inclúyelo, quizá cuando organicemos después la lista pase a ser un requisito “negociable”.
Algunos ejemplos de lo que podría ser excluyente: “quiero que haga deporte conmigo”, “tiene que aceptar a mis mascotas”, “tiene que vivir en mi ciudad”, “no puede fumar porque tengo asma”, “quiero que se integre bien con mis hijos”, etc.
Tómate un tiempo para elaborar muy bien esta lista. ¿Qué elementos sabes que podrían ser causa de conflicto en la convivencia o en vuestra manera de relacionaros?
Paso 2. Asigna un número de intensidad.
Asigna un número del 1 al 5 a cada característica excluyente. Donde 5 sea totalmente excluyente y 1 sea poco.
Por ejemplo, en el caso de una persona asmática si se encuentra con una pareja potencial que necesita fumar en todo momento y que quiere fumar en casa puede llegar a ser un verdadero problema de salud. Por lo tanto, en la lista de la persona asmática quizá debería aparecer un número 5 junto al excluyente de “que no fume”.
En el caso de alguien a quien no le atraigan físicamente las personas rubias, si lo incluye en la lista, quizá podría asignar el número 1 (poco excluyente) por si aparece alguien adecuado y cuyo único “punto débil” es su color de pelo.
3. Organiza la lista.
Por último organiza la lista de mayor excluyente a menor excluyente. Eso te permitirá visualizar con rapidez cuáles de tus requisitos son más importantes o “menos negociables” y por lo tanto podrás comunicarte con mayor transparencia con tu futura pareja haciéndole ver cuáles son tus verdaderas necesidades desde el principio.
De este modo evitaremos situaciones del tipo “es que yo no lo sabía”, “cuando salíamos juntos no decías nada”, “pues antes no parecía molestarte”, etc. Y evitaremos también presuponer que podríamos cambiarle para adaptarle a nuestros verdaderos intereses.
Una sugerencia: ¡usa tu creatividad! Enriquece la lista con colores o símbolos que te ayuden a tenerlo más claro. Por ejemplo, lo que lleve el 5 escríbelo de color rojo o dibuja una señal de “stop”, etc. Será divertido y te ayudará a visualizar con mayor claridad qué es lo que buscas.
Eva Moya
El árbol de los sentimientos