«No permitas jamás que alguien llegue a ti sin dejarle ir mejor y más feliz.»
Ayer llegó a mí esta frase… y digo llegó, porque me hizo reflexionar… Se trata de una de estas ocasiones en las que algo que has oído o leído queda resonando en tu cabeza porque ha llegado al corazón. Y entonces me planteé, que en la mayoría de las interacciones, nuestro “poder de influencia” está muy limitado, pues son intercambios de palabras cortos y superficiales. Pensé en mí, y en qué es lo que me influye cuando cruzo, literalmente, dos palabras con alguien (por ejemplo, un “gracias” y un “hasta luego” que dices en el supermercado)… y entonces, mis conclusiones, me vuelven a llevar a algo sencillo y, a la vez, esencial: una mirada y una sonrisa. Que te lo digan mirándote y sonriendo, hace que tu sonrías. Aunque sea por efecto contagio, pero ya es una sonrisa y un momento positivo que te llevas. Puede parecer insignificante, pero las sensaciones de ese momento, por pequeño que sea, son tremendamente positivas.
Anímate a probarlo y experimentarlo por ti mism@. No dejes pasar la oportunidad de revitalizarte, por insignificante que parezca el momento.
¿Qué más ocasiones se te ocurren a ti?
Autora: Gema Zunzunegui Lamas