Pues nada, aquí estamos otra vez. En esta ocasión he decidido plantear esta entrada con un toque de humor para entender un poquito mejor una de las actitudes más comunes que fulminan el amor y que por lo tanto deberíamos evitar.
Cuando conocemos a alguien nos fijamos primero en aquello que más nos gusta o que es similar a nosotros. En las primeras charlas buscamos todo aquello que tenemos en común. Es una manera de reforzar la relación y despertar en nosotros el interés de seguir ahí. Es una fase en la que inconscientemente situamos a esa persona especial para nosotros en un altar y miles de mariposas se apoderan de nuestro estómago. El corazón palpita rápido en su presencia y solemos sonreír con más frecuencia que de costumbre. También nos descubrimos pensando en el otro o repasando mentalmente una y otra vez lo que hemos hablado o hecho juntos.
Está claro, ¡nos hemos enamorado! ¡Qué bien!
Pasado un tiempo, cuando parece que ya conocemos todo lo que nos gusta, empezamos a ver el lado oscuro de la fuerza. Esa lista de cosas que hace de vez en cuando y que nos despierta distintas emociones como inseguridad, desagrado, sorpresa… Se van las mariposas en el estómago y empezamos a dudar.
Vale, ¡empezamos a ver la realidad! ¡Pues qué bien también!
El momento de “poner los pies en tierra” es difícil y puede estropear una buena relación.
La clave de cualquier relación está en saber gestionar adecuadamente lo que no nos gusta del otro.
Existen dos reacciones instintivas cuando por fin hemos bajado del altar a nuestra pareja y descubrimos a quién tenemos delante:
– Salimos corriendo dando un montón de excusas y justificaciones. “Eres demasiado para mi”, “no sé si te haré feliz”, “es que ahora quiero centrarme en mi carrera profesional”, “es que mis inseguridades me pueden”, “es que yo nunca me enamoro”, “yo no he nacido para estar en pareja”, “no quiero hacerte daño”, “no puedo darte lo que pides”, “yo no soy lo que buscas”, etc.
– Nos convertimos en el enanito gruñón y comenzamos a exigirle al otro que cambie. “No seas así”, “no me gusta que hagas eso”, “por qué no me das lo que necesito”, “tú no me quieres, si me quisieras no harías eso”, etc.
Bien, estos son los dos caminos que llevan al fracaso total a una relación. El primero porque no llega nunca a dar la oportunidad de tenerla y el segundo porque la asfixia y la quema.
Hablemos un poco del segundo de los casos.
No existen los príncipes azules ni las mujeres perfectas. Todos los seres humanos estamos llenos de imperfecciones y de comportamientos poco atractivos. Sin embargo, lo que a uno le puede parecer poco atractivo, a otro puede parecerle encantador. Por eso, cuando buscamos pareja es importante tener en cuenta en esa búsqueda que él o ella sepan llevar sin problemas aquello que no le gusta demasiado de nosotros y viceversa. Y si no es así, quizá es el momento de mirar la posibilidad de encontrar a alguien que sí sepa llevarnos.
A ver chicas, esto va especialmente para vosotras. ¡No busquéis un hombre para cambiarlo! No vale eso de “es que es guapísimo, me encanta, le quiero un montón. Sólo espero que cuando estemos juntos cambie en esto, esto, y esto y en aquello también. ¡Ah! Y también me gustaría que cambiara en aquello otro. Seguro que por mí cambiará si consigo que me quiera lo suficiente. Fijo que cuando seamos novios será distinto. Yo haré que cambie”.
Consejo: si quieres amar a un hombre de verdad tendrás que aprender a aceptarle como Shreck no como el príncipe azul. No pretendas poseer a un hombre apoderándote de su agenda y de todas las horas del día. Dale su espacio para que pueda crecer como persona. Saldrás ganado y conseguirás tener realmente a ese hombre que deseas.
Y ahora me voy a meter con los chicos. No te des de bruces buscando a la mujer perfecta, inteligente y simpática que te cuide como tu mamá y que encima te ría todas las gracias para inflar tu ego de machito. Si encontráis a una chica a la que no le gusta cocinar no vale eso de “yo te enseñaré y ya verás como te encantará”. Podéis probarlo, pero deberéis aceptar si finalmente ella no quiere saber nada de la cocina o no se comporta bajo los viejos estándares sociales. No todas las mujeres son tiernas y afectuosas, ni están dispuestas a darlo todo por vosotros. Ya os habréis dado cuenta de que últimamente hay mucha mujer con mucho carácter.
Consejo: si quieres amar a una mujer acepta sus imperfecciones, entre ellas que la mayoría de las veces tendrás que ayudarla a que se aclare con lo que está sintiendo. Le darán arrebatos. Porque realmente ella no tiene ni idea de lo que le ocurre. Desarrolla la paciencia y escúchala de verdad. Verás como te hace el hombre más feliz del mundo.
Sea como fuere, en una relación hay que ceder. ¡Siempre hay que ceder! Así que procurad llevar un equilibrio reconocido por ambos. No vale eso de que él deje de salir con sus amigotes por ahí de noche y luego tú no estés dispuesta a salir con él alguna noche porque no te apetece. No vale eso de que ella decida salir a hacer deporte contigo aunque esté cansada y luego tú no quieras ir al cine con ella a ver una película que a ti no te gusta.
Para finalizar, me gustaría compartir contigo esta interesante oración de una de las religiones más populares del mundo:
“Dios, dame serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar, pero también dame valentía, empuje y entusiasmo para poder cambiar aquellas que sí puedo. Y por último y más importante, dame la sabiduría para discernir cuál de las dos pruebas tengo delante.”
Eva Moya
El árbol de los sentimientos
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Eva Moya
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